( Reflexion Creada Por Carol Heffernan )

 

Es fácil pensar que el divorcio solo les sucede a “otras personas”, y que de alguna manera su propio matrimonio es inmune a la aflicción. En consecuencia, usted puede pensar que solo los demás pasan por infidelidad o peleas sobre quién se queda con la casa, el coche, el perro. Después de todo, ¿cuántos de nosotros caminaríamos hacia el altar si creyéramos que nuestras relaciones terminarían en divorcio?

Pero la verdad es que ninguna relación viene con una garantía de por vida. Incluso los hombres y mujeres que crecieron en hogares estables están en riesgo. Además, también aquellos que asisten a la iglesia y se consideran cristianos, que prometen “hasta que la muerte los separe”, pueden hacer que todo se desmorone.

Como cristianos, sabemos que aplicar los principios bíblicos al matrimonio nos dará una base más sólida que la de nuestros amigos y vecinos no creyentes. Por supuesto que sabemos esto, pero ¿qué estamos haciendo al respecto? En otras palabras, ¿qué hace que un matrimonio sea “cristiano”?

Según el autor Gary Thomas, las preguntas que nos estamos haciendo no son las correctas. ¿Qué pasaría si su relación no se trata tanto de usted y su cónyuge sino de usted y Dios?

En primer lugar, en vez de preguntar por qué tenemos luchas, la cuestión más importante es cómo las enfrentamos.

En el libro Matrimonio Sagrado, Gary Thomas no ha escrito el típico libro sobre “cómo tener una relación más feliz”. Más bien, pregunta: ¿Cómo podemos usar los desafíos, las alegrías, las luchas y las celebraciones del matrimonio para acercarnos a Dios? ¿Qué pasaría si Dios diseñó el matrimonio para hacernos felices y santos?

Viendo el matrimonio de manera realista

“Tenemos que dejar de buscar en el matrimonio lo que Dios nunca diseñó que nos daría a través de él: felicidad perfecta, una vida libre de conflictos y una obsesión idólatra”, explica Thomas.

En cambio, dice, podemos apreciar lo que Dios ha diseñado que el matrimonio nos dé: colaboración, intimidad espiritual y la capacidad de buscar a Dios juntos. Entonces, ¿cuál considera Thomas que es el concepto erróneo más común que tienen los cristianos sobre el matrimonio?

“Encontrar un ‘alma gemela’, alguien que nos complemente”, dice. “El problema de mirar a otro ser humano para que nos complemente es que, espiritualmente hablando, eso sería idolatría. Debemos encontrar nuestra realización y propósito en Dios. . . . Si esperamos que nuestro cónyuge sea ‘Dios’ para nosotros, él o ella fallará todos los días. Ninguna persona puede estar a la altura de tales expectativas”.

Todas las personas tienen días malos, gritan a su cónyuge o son abiertamente egoísta. A pesar de estas imperfecciones, Dios creó al esposo y la esposa para que se guiaran mutuamente hacia Su dirección.

Thomas ofrece un ejemplo: “Cuando mi esposa me perdona. . . y me acepta, aprendo a recibir el perdón y la aceptación de Dios también. En ese momento, ella me está modelando a Dios, revelándome la misericordia de Dios y ayudándome a ver con mis propios ojos una realidad espiritual muy real”.

El matrimonio es una unión centrada en el otro

Es fácil entender por qué Dios diseñó una unión centrada en el otro para un mundo centrado en el yo. Vivir de esa manera es un desafío cuando las facturas se acumulan, la comunicación se rompe y simplemente estamos irritados con nuestro esposo o esposa. Para esos días, Thomas ofrece estos recordatorios para ayudar a aliviar la tensión:

  • Dios creó el matrimonio como una colaboración leal entre un hombre y una mujer.
  • El matrimonio es la base más firme para construir una familia.
  • Dios diseñó la expresión sexual para ayudar a las parejas casadas a construir intimidad.
  • El matrimonio refleja la relación del pacto de Dios con su pueblo.

Vemos este último paralelismo a lo largo de toda la Biblia. Por ejemplo, Jesús se refiere a sí mismo como el “novio” y al reino de los cielos como un “banquete de bodas”.

Estos puntos demuestran que los propósitos de Dios para el matrimonio se extienden mucho más allá de la felicidad personal. Thomas aclara rápidamente que Dios no está en contra de la felicidad en sí, sino que el matrimonio promueve valores aún más elevados.

“Dios no creó el matrimonio solo para darnos un medio agradable para repoblar el mundo y proporcionar una institución social estable para criar a los niños. Además de esto, Él plantó el matrimonio entre los humanos como otra señal indicadora que apunta a Su propia existencia eterna y espiritual”.

Sirviendo a su cónyuge

Quizás él se pasa toda la noche en la oficina, otra vez, o ella gasta dinero sin anotarlo en la chequera, o él va a jugar fútbol en lugar de pasar tiempo con los niños. Ya sea con pequeños hábitos irritantes o con problemas graves que parecen imposibles de resolver, amar al cónyuge en los momentos difíciles no es fácil. Pero las mismas luchas que nos separan también pueden revelar lo que valoramos en el matrimonio.

“Si la felicidad es nuestro objetivo principal, nos divorciaremos tan pronto como la felicidad parezca decaer”, dice Thomas. “Si recibir amor es nuestro objetivo principal, dejaremos a nuestro cónyuge tan pronto como parezca que está menos atento. Pero si nos casamos para la gloria de Dios, para modelar Su amor y compromiso con nuestros hijos, y para revelar Su testimonio al mundo, el divorcio no tiene sentido”.

Las parejas que han sobrevivido a una situación que podría poner fin al matrimonio, como la infidelidad o una enfermedad potencialmente mortal, pueden continuar luchando contra años de resentimiento, ira o amargura acumulados. Entonces, ¿cuáles son algunas formas de fortalecer una relación tambaleante, o incluso fomentar una relación saludable? Thomas ofrece estos consejos prácticos:

  • Concéntrese en las fortalezas de su cónyuge en lugar de sus debilidades.
  • Anime en lugar de criticar.
  • Ore por su cónyuge en lugar de murmurar.
  • Aprenda y viva lo que Cristo enseña acerca de relacionarse y la forma en la que debe amar a los demás.

Las parejas jóvenes en particular pueden beneficiarse de este consejo. Después de todo, muchos recién casados no están adecuadamente preparados para hacer la transición de verse varias veces a la semana, a compartir todo de repente. Lo más probable es que surjan hábitos molestos y comportamientos no deseados. Sin embargo, como cristianos, estamos llamados a respetar a todos, incluido nuestro cónyuge.

Los matrimonios necesitan la gracia y misericordia de Dios

Thomas agrega: “La metáfora que uso en el libro Matrimonio Sagrado es que debemos aprender a ‘caer hacia adelante’. Es decir, cuando estamos frustrados o enojados, en lugar de retroceder, aún debemos buscar a nuestra pareja bajo la misericordia y la gracia de Dios.

” Por último, Thomas sugiere orar esta útil oración: Señor, ¿cómo puedo hoy amar a mi cónyuge como nunca ha sido amado y nunca lo será?

“No puedo decirle cuántas veces Dios me ha dado consejos muy prácticos, desde hacerme cargo de ir hacer las compras para la comida, hasta lavar algunas cargas de ropa”, dice Thomas. “Me he dado cuenta de que esta oración casi siempre tiene una respuesta”.

Mientras que otros libros sobre el matrimonio pueden dejarnos sintiéndonos abrumados, resaltando nuestras deficiencias y dejándonos algunas páginas con “responsabilidades relacionales”, el libro Matrimonio Sagrado deja en claro que cualquier pareja puede tener un matrimonio exitoso, feliz y santo.

Su matrimonio puede florecer tal como Dios lo diseñó, si su relación está centrada en Cristo, y tiene actitud centrada en los demás y un compromiso inquebrantable en hacer que funcione.