( Reflexion Creada Por Carol Heffernan )

 

Antes solo eran una pareja, pero ahora se convertirán en “mamá” y “papá”. ¿Cómo podrían preparar su relación matrimonial para algunos de los retos que traerá la paternidad?

Juan y Nidia no hubiesen podido estar más contentos cuando se enteraron de que su primer bebé estaba en camino. Ambos estaban en los treinta, con una carrera profesional establecida y un matrimonio feliz. Ellos creían que podrían asumir sin problema su rol como nuevos papás.

“Sabíamos que un bebé era una responsabilidad muy grande que implicaba cambios en nuestras vidas”, dijo Nidia. “Pero no teníamos ni idea de que un bebé fuera tan absorbente”.

Cuando el pequeño Rubén llegó, los nuevos papás no tardaron en notar el efecto en su matrimonio.

“Estoy segura de que llegamos a descuidarnos mutuamente”, recuerda Nidia. “Antes del bebé, teníamos todo el tiempo del mundo para estar juntos y cultivar nuestra relación y, de repente, el bebé se convirtió en nuestra primera prioridad”.

No es ningún secreto que, para la mayoría de los nuevos papás y mamás, la magnitud de lo que esta transición representa les hace sentirse abrumados. De hecho, hasta la persona más ecuánime puede llegar a perder los estribos tras el nacimiento de un bebé. Pero lo que muchas parejas no logran comprender es que el estrés, la falta de sueño y el agotamiento emocional pueden dañar gravemente una relación matrimonial.

Los estudios demuestran que más de la mitad de las parejas casadas experimentan un deterioro en su satisfacción conyugal después del nacimiento de un bebé. El Dr. John Gottman, un reconocido psicólogo, realizó un estudio cuyos resultados revelan que más de la mitad de las parejas casadas experimentan un descenso significativo de la satisfacción conyugal tras el nacimiento de un bebé. Además, la mayoría de las parejas afirman que los conflictos en sus matrimonios aumentaron 8 veces más después de la llegada de un bebé a la familia. Los estudios realizados por los doctores Juan Belsky y John Kelly demuestran que los conflictos conyugales aumentan drásticamente tras la llegada de un bebé a la familia. Lo que ocurre es que no siempre es fácil encontrar tiempo para cultivar la relación matrimonial, sin un pequeño lloriqueando de fondo.

“Muchas personas nos recomendaron que dejáramos a nuestro bebé al cuidado de alguien más para que pudiéramos conectar como pareja”, dice Nidia. “Pero en ese momento no teníamos a nuestra familia cerca y no nos sentíamos cómodos contratando a una niñera que apenas conociéramos”.

Incluso si usted no puede tener una escapada de un fin de semana o una simple cena romántica con su cónyuge, existen otras formas que le ayudarán a mantener las bases de su matrimonio estables.

Comuníquense de forma positiva

A pesar de los altibajos emocionales que implica el hecho de convertirse en padres primerizos, acostúmbrese a apoyar y animar a su cónyuge.

“Juan y yo intentamos ser amables el uno con el otro incluso cuando no nos apetece”, dice Nidia.

Las discusiones, los reproches y los sentimientos de celos pueden ser normales, pero la crítica constante no debe pasarse por alto. Compartir las emociones y encontrar soluciones adecuadas es un componente clave para un matrimonio sano, ahora y en los años futuros.

Prioricen el tiempo que pasan juntos

Ya sea dando un paseo nocturno, pidiendo comida a domicilio después de que el bebé se haya ido a la cama o dedicando algunos minutos en el desayuno para conversar, lo importante es seguir encontrando formas para entablar una conversación que funcione para ambos. Es fácil perderse en medio de los cuidados diarios del bebé. Aun así, divertirse juntos como pareja creará una base de cariño para toda la familia.

Mantengan un sentido general de equipo

Además de preguntarse qué parte de los ingresos le corresponderá traer a cada uno, o quién y cuándo lavará la ropa, facilite la transición de la crianza dejando claro cuáles serán las responsabilidades de cada uno. Regañarse mutuamente sobre quién debe lavar los platos, mientras el bebé llora porque tiene hambre, solo provocará que ambos estén más irritados. En lugar de eso, lleguen a acuerdos, sean flexibles y aclaren sus expectativas. Si cada uno pone de su parte, evitarán resentimientos y establecerán un frente unido desde el principio.

Entiendan que la intimidad cambia

Es muy común que las madres primerizas experimenten algo de tristeza y frustración con los cambios que el embarazo, el parto y la lactancia han provocado en su cuerpo. La fatiga y el insomnio pueden complicar aún más el área sexual de muchos matrimonios. Con menos tiempo y energía para la intimidad sexual, es crucial que el esposo y la esposa hablen sobre nuevas formas en las que pueden tratar el tema de la intimidad. Aunque esto puede sonar poco romántico, el sexo puede planificarse intencionalmente en la agenda. Y no pierda la esperanza: usted recobrará la pasión que sentía antes de dar a luz.

Recuerde: La crianza de su bebé no durará para siempre. Seguramente la mayoría de los papás y mamás con niños pequeños han escuchado este consejo bien intencionado: “¡Ya serán mayores y se irán de casa antes de que te des cuenta!”.

Aunque esto es cierto, puede que no lo parezca durante esos primeros años. Sin embargo, usted y su cónyuge seguirán juntos mucho después de que los niños crezcan. Así que, en medio de las tomas a las 2 de la mañana y las visitas de urgencia al pediatra, tenga en cuenta que esta es solo una pequeña etapa de su larga vida juntos.